No me quedan
cosas que decirte.
No me quedan
lágrimas que llorarte ni me quedan tampoco abrazos que regalarte.
No me quedan
fotos que mirar,
ni personas que
confundir contigo.
No me quedan
aventuras que contarte,
O música que
compartir contigo.
No me queda nada.
No me queda nada,
más que ganas de mirarte.
De recorrerte con
los ojos hasta que me sangren las pupilas.
De clavarme las
uñas en las úlceras de tu recuerdo. Y a lo mejor hurgar un poco.
No lo sé.
Me queda sólo un
agujero negro.
Una página en
blanco.
Y me quedan reproches.
Eso sí.
Eso siempre.