Tus ojos

Tirado en el sofá escuchabas, relajado, la voz tranquila del presentador de un programa de radio. Nunca entenderé esa capacidad tuya que siempre te permitió abstraerte por completo de todo aquello que pudiera estar pasando a tu alrededor. Como las noticias que narraba el locutor, como los gritos de dos borrachos que discutían en la puerta de un bar a unos metros de nuestro portal, como la televisión a todo volumen de los vecinos, como yo.

Solías hacerlo siempre que discutíamos y más de una vez no pude evitar mirarte atónita mientras te quitabas los zapatos y te acomodabas plácidamente. A veces, incluso una sonrisa asomaba tu rostro cuando alguien bromeaba en la radio. Entonces, consciente de que yo aún estaba allí, dejabas de reírte y me mirabas desafiante, retándome con la mirada a reanudar la discusión. Siempre fue tu mejor estrategia. La mía siempre fue el silencio.

Convencido de mi dependencia de nosotros; de tí, siempre te aprovechaste, siempre lo viste como una ventaja sobre mí, como una forma de controlarme, de jugar conmigo a tu antojo. En eso coincidimos, pues yo siempre lo consideré mi mayor debilidad.

Muchas veces me iba a la habitación para no ser esclava de esa mirada arrogante y allí intentaba imitarte. Cogía un libro y ponía toda mi concentración en enterarme de lo que pasaba en las páginas que ocupaban mis manos. Pero era tan inútil como lo sería una caricia en un cuerpo magullado e insensible. Nunca cejé en mi empeño, nunca me dí por vencida. Vez tras vez volvía a sentarme sobre la cama agarrando el libro con furia. Podría contar con una mano las veces que logré terminar un capítulo, mientras tu mente perdería la cuenta al recordar todos los programas que escuchaste sin desviar un ápice el hilo de tu pensamiento.

Cuando creías que ya había sido suficiente, sentía cómo apagabas la radio y tus pasos se dirigían al baño. Mientras te lavabas los dientes, yo me miraba en el espejo y me intentaba convencer de que esta vez sería diferente, de que esta vez no conseguirías persuadirme. Lo único que tenía que hacer era no mirarte a la cara. Sólo no mirarte.

Escondí mi cabeza en el armario, muy muy abajo, pensando que cuanto más abajo, más tardarías en encontrar mis ojos. Sentí la puerta cerrarse y unos pasos tras la cama que se dirigían, seguros, hacia mí.

Tus manos agarraron mis hombros con delicadeza y me forzaste suavemente a incorporarme. Me diste la vuelta, mientras yo fijaba mi mirada en el suelo. Intentaste abrazarme pero no te dejé; aparté tus brazos con los míos contenta y pensando que, por una vez, ganaba. Pero enseguida encontraste una ocupación más peligrosa para tus manos que fue levantar mi rostro, levantarlo y hacer que te mirara. Intenté evitarlo, intenté que no ganaras con todas mis fuerzas pero lo volviste a conseguir. Y en el momento en el que elevé mis ojos, los tuyos me hipnotizaron.

Esa noche te dormiste en mis brazos, y yo estuve en vilo, sintiendo cada parte de tu cuerpo junto al mío, deseando que nada hubiera pasado. Porque te quería. Te quería tanto que me dolía.

Cuando se hizo de día, tú abrazabas la almohada y la manta apenas cubría tu espalda, mientras tu pie derecho asomaba por una esquina de la cama. Y fue mientras te observaba, que empecé a hacer las maletas. Guardé mi corazón y mis lágrimas, mis reproches y mis inseguridades junto con todos mis rencores. Todo ello envuelto por las caricias que un día me diste, por los dulces pensamientos de los que un día me hiciste protagonista, de los besos que me diste y los te quiero que escribiste.
***

5 comentarios:

Noviembre dijo...

Vale, ya te he dicho lo mucho que me ha gustado, y te lo vuelvo a repetir (y tantas veces como sea necesario lo haré :P) ^^

Un aplauso para ella, por hacer la maleta y alejarse de esos ojos que hipnotizan... ojalá muchas pudieran hacer lo mismo...

Un aplauso para ti! =)

Anónimo dijo...

Como bien dice el comentario anterior,ojalá muxas tuvieran el valor y la oportunidad de poder hacer laas maletas...

Y tú, ana, cada día superándote un poco más!!

Noviembre dijo...

Nuch, Nuch, Nuch... son las 9:23 de la mañana... aún no desayune pero no creo que coma demasiado... estoy QUE ME DA UN CHUUUUUNGO DE LOS NERVIOS! jajajaj

En fin... me voy a mi aventurilla navideña...

Hasta la vuelta!!
Muuuuuak

Anónimo dijo...

aninaa, veo poca creación. sin creación no hay vida. ¿que pasa con ese espiritu creativo y vivo?

a ver cuando sorprendes a tu público con regalos como "tus ojos". regalos a un mundo necesitado de belleza para dar color a tanta tristeza.



andrew


felices fiestas y prospero año nuevo

Anónimo dijo...

que wapo anina! de los que mas me gustaron hasta ahora, por no decir el que mas.