9

Se levantó y sacó el disco del reproductor.

Fue la última vez que lo escuchó. Después de echarle un último vistazo lo agarró entre sus manos y lo partió en dos, tirando a la basura aquel pedacito de plástico que con tantos recuerdos le castigaba.

Había tardado demasiado en hacerlo. Demasiado, hasta el punto de ser irreparable. Los acordes y melodías que lo plagaban, hacía tiempo que ya eran parte de él. Ya no importaba que lo tirara, lo quemara o lo rompiera; su contenido se reproduciría día y noche sin descanso, sin tregua, recordándole lo que tuvo, lo que se fue, lo que nunca llegó.

La primera canción era la que sonaba cuando la conoció. La segunda sonaba cuando mantuvieron su primera conversación, una superficial, de esas que no valen nada, pero una conversación al fin y al cabo. La séptima sonó en su primer beso y la última...La última puso banda sonora a la separación más dolorosa.

Sabía que todas permanecerían eternamente en su memoria, pero había una, esa condenada número 9, de la que nunca conseguiría un descanso. Seguiría taladrando cada escondite de su mente hasta el fin de sus días. Porque la número 9 era la que ella le cantaba suavecito al oído cada noche, cada mañana al despertar, siempre que estaba triste, y también si estaba alegre. Siempre la 9. En su mente, la canción auténtica se confundía con la voz melosa de ella, haciéndolo todo aún más doloroso.

Tiró el disco e intentó que su mente pensara en otra cosa, otra canción, lo que fuera. Pero nada sirvió. Su cerebro estaba completamente ocupado en construir reproches que le echaban en cara haberla dejado marchar…

Porque nunca nadie te querrá como ella.
Porque nunca nadie te hará sentir como ella.
Porque nunca nadie te mirará como ella.
Porque nunca nadie te hablará como ella.
Porque nunca nadie te tratará como ella.
Porque nunca nadie te volverá a cantar al oído.


Desde la papelera, el disco se reía de él, porque sabía que aunque estaba roto, seguiría sonando eternamente en su mente desquiciada por el dolor.

Princesa

Me dices princesa y la habitación, la casa, el mundo, parece desvanecerse y creo ser capaz de todo por llegar hasta ti y darte un abrazo. Pero uno de verdad, de esos que quitan el miedo que nunca creíste tener y te hacen pensar que nunca nadie te había querido igual.

Me dices princesa y me creo capaz hasta de caminar a pie un mundo, sólo por ese momento, ese en el que tus ojos reflejan la felicidad, el amor, todo lo bueno que hay en el planeta. Todo ello y un poco más, concentrado en tu mirada.

Me dices princesa y suena tan bonito como la frase más poética que mi mente puede concebir, más bonito que una frase escrita en el centro de un corazón sobre un muro abandonado. Más bonito que la canción más romántica de la historia.

Me dices princesa y sólo quiero corresponderte, quiero dártelo todo; más de lo que tengo, más de lo que soy, incluso más de aquello en lo que me convertiré un día.

Me dices princesa y mi sistema entero se desequilibra produciendo un cortocircuito de te quieros y te adoros en el interior de mi organismo.

Me dices princesa y sólo me importas . Y tú te conviertes en mi universo; transparente, feliz e inmenso, extendiéndose exponencialmente con un límite infinito.

Me dices princesa y cualquier problema se hace tan pequeño como una canica en las manos de un niño a las puertas de un colegio, que pasa de mano en mano hasta que al final se acaba perdiendo.

Me dices princesa e, incluso si no estás a mi lado, tu imagen despierta, clara, en mi mente. Y te veo tan real como si fueras el papel que tengo entre las manos o el teléfono sobre la mesa. Veo tu rostro, veo tu pelo, veo tus manos sobre las mías.

Sólo me dices princesa, pero en realidad me dices más. Me dices que te importo. Me dices que te gusto. Me dices que me quieres. Me dices un mundo.
***

Tus ojos

Tirado en el sofá escuchabas, relajado, la voz tranquila del presentador de un programa de radio. Nunca entenderé esa capacidad tuya que siempre te permitió abstraerte por completo de todo aquello que pudiera estar pasando a tu alrededor. Como las noticias que narraba el locutor, como los gritos de dos borrachos que discutían en la puerta de un bar a unos metros de nuestro portal, como la televisión a todo volumen de los vecinos, como yo.

Solías hacerlo siempre que discutíamos y más de una vez no pude evitar mirarte atónita mientras te quitabas los zapatos y te acomodabas plácidamente. A veces, incluso una sonrisa asomaba tu rostro cuando alguien bromeaba en la radio. Entonces, consciente de que yo aún estaba allí, dejabas de reírte y me mirabas desafiante, retándome con la mirada a reanudar la discusión. Siempre fue tu mejor estrategia. La mía siempre fue el silencio.

Convencido de mi dependencia de nosotros; de tí, siempre te aprovechaste, siempre lo viste como una ventaja sobre mí, como una forma de controlarme, de jugar conmigo a tu antojo. En eso coincidimos, pues yo siempre lo consideré mi mayor debilidad.

Muchas veces me iba a la habitación para no ser esclava de esa mirada arrogante y allí intentaba imitarte. Cogía un libro y ponía toda mi concentración en enterarme de lo que pasaba en las páginas que ocupaban mis manos. Pero era tan inútil como lo sería una caricia en un cuerpo magullado e insensible. Nunca cejé en mi empeño, nunca me dí por vencida. Vez tras vez volvía a sentarme sobre la cama agarrando el libro con furia. Podría contar con una mano las veces que logré terminar un capítulo, mientras tu mente perdería la cuenta al recordar todos los programas que escuchaste sin desviar un ápice el hilo de tu pensamiento.

Cuando creías que ya había sido suficiente, sentía cómo apagabas la radio y tus pasos se dirigían al baño. Mientras te lavabas los dientes, yo me miraba en el espejo y me intentaba convencer de que esta vez sería diferente, de que esta vez no conseguirías persuadirme. Lo único que tenía que hacer era no mirarte a la cara. Sólo no mirarte.

Escondí mi cabeza en el armario, muy muy abajo, pensando que cuanto más abajo, más tardarías en encontrar mis ojos. Sentí la puerta cerrarse y unos pasos tras la cama que se dirigían, seguros, hacia mí.

Tus manos agarraron mis hombros con delicadeza y me forzaste suavemente a incorporarme. Me diste la vuelta, mientras yo fijaba mi mirada en el suelo. Intentaste abrazarme pero no te dejé; aparté tus brazos con los míos contenta y pensando que, por una vez, ganaba. Pero enseguida encontraste una ocupación más peligrosa para tus manos que fue levantar mi rostro, levantarlo y hacer que te mirara. Intenté evitarlo, intenté que no ganaras con todas mis fuerzas pero lo volviste a conseguir. Y en el momento en el que elevé mis ojos, los tuyos me hipnotizaron.

Esa noche te dormiste en mis brazos, y yo estuve en vilo, sintiendo cada parte de tu cuerpo junto al mío, deseando que nada hubiera pasado. Porque te quería. Te quería tanto que me dolía.

Cuando se hizo de día, tú abrazabas la almohada y la manta apenas cubría tu espalda, mientras tu pie derecho asomaba por una esquina de la cama. Y fue mientras te observaba, que empecé a hacer las maletas. Guardé mi corazón y mis lágrimas, mis reproches y mis inseguridades junto con todos mis rencores. Todo ello envuelto por las caricias que un día me diste, por los dulces pensamientos de los que un día me hiciste protagonista, de los besos que me diste y los te quiero que escribiste.
***

Ipod Review III. Jorge Drexler

**Nunca he ido a un concierto que haya disfrutado más que los de Jorge Drexler**

Se le empezó a conocer más debido a la polémica del 2005, cuando le nominaron al Oscar por el tema "Al otro lado del río" y no le permitieron interpretarla. Pero, lo cierto es que Drexler ya tenía 6 discos a sus espaldas para cuando todo este revuelo sucedió.
Desde entonces ha publicado, además de Eco, 12 Segundos de Oscuridad y una edición especial, titulada Cara B, en la que no solo interpreta alguna de sus canciones, sino que también versiona a diferentes artistas y pone música al informe médico de su fractura de escafoides (Genial, sin más!).
Jorge Drexler es muy grande. Tanto, que no se me ocurren las palabras adecuadas para describirlo. ^^
Voy a poner una canción pero con Drexler, sólo una no es indicativo de nada, porque cada canción es un mundo. Así que os recomiendo que escuchéis más de lo que aquí pongo!
Además, también pongo una entrevista que le hicieron no hace mucho, porque me encanta las cosas que dice siempre en las entrevistas.

*Don de Fluir por Jorge Drexler


* Entrevista en No Disparen Al Pianista

Umwelt I. La mosca

El etólogo von Uexküll definió “umwelt” como el mundo sensorial y perceptivo propio, característico de cada especie animal. Nacho Loy lo explica como la pregunta “qué es ser X bicho”. Sin importar la forma en que se explique, lo que se hace es intentar dejar de lado una tendencia antropomorfizadora que tiende a pensar que los demás bichos perciben igual que los humanos. Sabemos que esto no es así, ya que hay animalillos con sentidos mucho más desarrollados que los nuestros, y viceversa. Pero, aunque lo sabemos, sigue siendo difícil tenerlo presente en el día a día.

Pues bien, cuando te da clase un gran profesor (como el que a mí me da) suele conseguir motivar a los alumnos a querer saber más aún de lo que se explica en las clases. Y eso es lo que me pasa a mí. Por eso he pensado indagar un poco más en el Umwelt de algunos animalitos para poder ampliar mis conocimientos comparados.

Intentaré ir actualizando la sección de los Umwelt a medida que aprendo cosas nuevas pero probablemente me lleve mi tiempo, porque hay mucho que aprender.

De momento hoy pongo solo unos poquitos datos de lo que implica ser mosca:
  • Sus ojos se componen de muchas facetas o lentes individuales, cada uno representando una unidad individual para detectar la luz. Estos ojos no tienen párpados, por lo que la mosca se frota los ojos con las patas para mantener sus ojos limpios.
  • Mientras que el espectro visible en los humanos va desde los 380 nm a los 750 nm (o lo que es lo mismo, del violeta al rojo), en el caso de la mosca este espectro va desde los 360 nm a los 588 nm (de la luz ultravioleta al rojo claro).
  • Las imágenes que se crean en el cerebro de la mosca están formadas por un mosaico de minúsculas imágenes individuales que se combinan para generar una imagen formada por pequeños ‘puntos’.
  • Los pelos que cubren su cuerpo les permiten saborear, oler y sentir. Los que están en las cavidades bucales y en las patas de la mosca se usan para saborear. Así, se puede decir que las moscas saborean lo que pisan.
  • Además de estos pelos para saborear, también usan otros para percibir cuando tocan algo ya que se doblan al entrar en contacto con los objetos.
  • Ninguna mosca es capaz de morder o masticar.


**Ya iba siendo hora de hacer una actualización diferente a las últimas...^^

La soga

Lo que no me dicen tus labios,
me lo dicen tus ojos
cuando callas bruscamente
y me miras con recelo.

Lo que no me dicen tus ojos,
me lo dicen tus manos
cuando mueves, furiosa,
una servilleta entre los dedos.

Lo que me oculta tu sonrisa
me lo dicen tus abrazos
que me rodean como la soga
del suicida más certero.

Lo que no me dicen tus manos,
me lo cuenta tu silencio
escapando entre resquicios
de una boca congelada.

Lo que pasa por mi mente

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una…

semana hace que no te veo y no me llamas. Me pregunto por qué mientras reviso constantemente la luz de mi contestador. Un brillante punto verde se encarga de informarme de la ausencia de llamadas, tuyas o de cualquiera.

[…] Tenía en su casa un ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza…

en la que te ví por última vez…y parecías contento, alegre. Nada iba mal a simple vista y no me explicaste nada. Pero el timbre del teléfono sigue sin interrumpir mi lectura. Sólo lo hacen estos persistentes pensamientos.

[…] Pero esto importa poco a nuestro cuento

El que tú me contaste, aquel en el que me hiciste creer que era tu Dulcinea, tu Cenicienta. La princesa de una película Disney pero sin el final feliz que todo niño anhela al atravesar, con cuidado, la oscura sala del cine.

[…] Es, pues, de saber que

me engañaste. Y lo sigues haciendo pues mi mirada viaja constantemente al otro lado de la habitación, esperando que mi móvil empiece a hacer movimientos descontrolados al activar tu llamada la función de vibración.


[…] La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura. Y también cuando leía

los mensajes que me enviabas, en los que todo era bonito y me decías que me amabas.

[…] Con estas razones perdía el pobre caballero el juicio…

y yo también cuando recuerdo tu sonrisa, cuando recuerdo tu mirada posada sobre mi, tus manos acariciando mi pelo. Tus manos.

[...] Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamentos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas

que me provocas y en las que hurgas sin siquiera ser consciente mientras estás en tu casa, ajeno a la lucha que mantiene mi cabeza por conseguir acabar un solo capítulo.

[…] Decía mucho bien del gigante Morgante, porque, con ser de aquella generación gigantea, que todos son soberbios…

como tú, que siempre observaste el mundo desde arriba, desde un punto al que nadie pudo llegar mientras yo te conocí.

No me harás perder ni un capítulo más.
**Para las mentes de aquellos que piensan más de la cuenta diré que ni esto, ni nada que se le parezca, es lo que pasa por mi cabeza! ^^

De día

Su vida se complica. Ya nada la tranquiliza, ya nada la relaja. Su ocupada mente se llena de problemas con cada pequeño paso que da el segundero en el reloj de su mesilla de noche.
Oye el tic tac y piensa en lo que le espera mañana y aún más lejos. Piensa en el mes que viene, piensa en su futuro.
Fija su mirada en el calendario que cuelga en el centro de la pared y observa las cruces rojas que llenan los diminutos cuadritos que conforman la cuadrícula. No sabe qué la asusta más, un ya cercano 19 de diciembre o el fatídico 30 de enero que se transparenta en la siguiente página entre múltiples marcas aún más cercanas.
En la cama, gira sobre sí misma y da la espalda a la responsabilidad, solo por una noche, solo por un momento. Se gira y piensa que mañana se levantará y saldrá de casa si que nadie se de cuenta de las elucubraciones que la noche trae consigo para ella.
La verán, caminando con una sonrisa, saludando alegremente, hablando afablemente y conseguirá ocultar sus preocupaciones más profundas. Sólo mientras la luz del día bañe su rostro.

**Porque de vez en cuando no está mal presionarse un poco para actualizar y hoy la presión se llamó Paula. Puede que no sea lo que espera, pero nadie manda en las musas!