La guitarra que acumulaba polvo en un ático soleado

Su nombre tenía mucho estilo, pero algo falló en el camino y no supo mantener la elegancia. Solía ser hábil, inquieto y tenaz. Vivía la vida, probaba sus límites. Soñaba con ver a los Strokes algún día en directo aunque, humildemente, se conformaba con los Rolling.

Vivía en un ático soleado donde abría la ventana y dejaba escapar las notas de su guitarra, poniendo banda sonora a vidas grises y oscuras que paseaban por su calle. Ni sospechaba que, algún día, le acogerían entre ellos. Ni sospechaba que su mundo se acabaría tirando por esa ventana para no verle destrozarse.

Tenía muchos sueños; recorrer Europa en coche, hacerse rico, escribir un libro. Tirarse en paracaídas, grabar un disco, conocer a Scarlett Johansson. Pero es que un día llegó a casa y algo le atenazó. Se acurrucó en la cama y, desde entonces, nada le consiguió animar. Arrastraba los pies, curvaba su espalda. Se le torció el humor un día y no se supo recuperar. Dejó caer su coche por un barranco y pasaba las noches por las aceras. Con su juventud en la palma de la mano se codeaba con viejos que iban de la mano de algún licor barato.

Hacía tiempo que había conseguido que le echaran del trabajo, dedicándose por ello a la vida contemplativa. Aunque se había buscado un buen empleo, eso sí. Uno que se amoldaba perfectamente a sus necesidades. Iba de supermercado en supermercado recogiendo las monedas olvidadas de los carros de la compra.

Fue por azar que conservó su casa pues, por fortuna para él y desgracia para sus vecinos, fue de pago pre-delirium. La nevera estaba estropeada y en los armarios no había comida. ¿Qué más daba, habiendo alcohol? Con el estómago vacío, un poco menos sube más. ¡Qué dicha la suya!

Quería casarse al llegar a los 30 pero, siendo sinceros, no era probable que lo consiguiera, pues hasta las mujeres de pago le negaban sus servicios.

Quería conocer California, Japón y Buenos Aires, pero afincarse, eso sí, en algún sitio de Suecia. Ahora era un milagro si salía de su barrio y los niños le conocían como el borracho raro del parque. Todos menos uno que le llamaba hermano, mihermanoborracho, pero en casa, a escondidas, sin que los otros le escuchasen. Ni siquiera su madre, que se ponía a llorar si lo oía mencionar.

Su lema había sido el famoso Carpe diem pero, sin saber muy bien cómo, dejó de vivir la vida y ésta lo empezó a consumir a él.

Ya ni siquiera ve su reflejo en el espejo.

18 comentarios:

Jose Ramon Santana Vazquez dijo...

...y
le
vino
el
tedio
medio
aun
por
morirse
ankara
elevo
miradas
de
cielo
y
luces
de amor
dieron
su alma
un
halito
renovado
en
alas
para
vivir...

siempre ...vivir...al menos ankara
siemre
que la vida
nos deje...


un fuerte abrazo desde mis horas rotas , donde me incorporo
hoy mismo y te saludo con afecto..
...has visto rrastrame al infierno
de san reimi , esta bien ...



saludos , sin garras.

tu amigo :

jose
ramon...

Castrodorrey dijo...

Aunque triste, que duda cabe, es un relato muy conseguido. Esa vigilia que puede asaltar a cualquiera, que se sienta apartado del resto de los mortales.
Saludos cordiales, y gracias mil, por pasarte por mi casa.

Deprisa dijo...

No es difícil perder de repente el rumbo sin saber por qué, la fortaleza personal se basa en recuperarlo o encontrar uno nuevo. En el peor de los casos aprender a seguir sin saber hacia dónde.

Fantásico relato. Me ha transmitido una sensación de vacío que no consigo sacarme.

Lázaro Suárez © dijo...

lo cierto es que me robaste una sonrisa con lo del trabajo... como dependa de esas monedas olvidadas va a tener que buscarse otro licor más barato aún!!

me uno a lo que dice Deprisa, es curioso y sorprendente la sensación de vacío que has creado al leer ésto.

llenar con un escrito, es difícil, hacer sentir vacío, dos difíciles.

un fuerte abrazo.

escribe!!! y dejate de tanto estudiar.

pájaro pequeño dijo...

amo esa frase del final.
re: mmm, es algo extraño el aroma del invierno. a veces, en mi caso, cuando salgo de mi casa temprano se huele un poquito de olor a leña, no olvidar el olor de sus brisas y, por supuesto, el humito saliendo de las alcantarillas. detalles tan extraños!

Anónimo dijo...

que guapo tia. un abrazo! viste los fuegos con otros ojos no? ;)

pájaro pequeño dijo...

te respondo!

El perrito que reía dijo...

Se quieren tantas cosas que no pensamos en el presente, y terminamos sin disfrutar de la vida.

Besos.

Blackrose dijo...

Menos mal que sólo se conformaba con los Rolling modestamente...

En el fondo, la culpa seguro que es de Keith Richards... no se puede jugar a ser demonio cuando, en realidad, lo que se es, es un Dios, pero uno en mayúsculas.


Gran texto, el rock´n roll es la senda.

Felicidades.

Anónimo dijo...

Me gusta. :)

pájaro pequeño dijo...

te dejé un premio en mi blogcito *-*

Lurking People dijo...

I'm not alone

Dara dijo...

Quizás debió comprarse una bola del mundo para poder encontrar de nuevo el camino a seguir.


pd: la foto sí que es mía :)

¡miauenuntiovivo!

CuartaCobertura.es dijo...

Post 120%, Salu2!

;)

Laura M. dijo...

Qué fragilidad la de nuestros sueños, penden de un hilo. Su historia me ha recordado al arpa abandonado de Bécquer (grandísimo Bécquer), y su representación del genio olvidado en cada uno de nosotros.
Espero que nunca dejes que tu talento se cubra de polvo, porque escribes que da escalofríos.

Gracias por pasarte :)

Deprisa dijo...

¡Hola! vine de nuevo a ver si nos deleitabas con tus letras pero por lo visto tendré que esperar un poquito más, snif, snif. Que le vamos a hacer.

Un abrazo.

Chop dijo...

Creo que es un relato muy logrado, consigues que el lector se meta en la piel del personaje cuando lo está leyendo, consigues que nos sintamos como él se siente. Y eso tiene mucho mérito.

Víctor Holborn dijo...

Síndrome de Korsakoff al canto.