Treinta y nueve años, siete meses y trece días no es una mala edad para perder tu alma. A la vuelta de la esquina está la crisis de los 40 y cualquier cosa que pueda ayudar a paliar sus efectos es bien recibida. Cierto es que cuando uno lo tiene todo no debería quejarse por nada, pero todo el mundo sabe que esto no funciona así y, a veces, cuánto más tienes más necesitas y cuánto menos tienes menos carencias notas. Es una regla de tres directamente proporcional.
El doctor Montes sabía bien esto. Había comenzado a ejercer la medicina con 26 años, tras haberse graduado con un expediente de lo más envidiable y desde aquel 17 de Abril en que había comenzado, no había dejado de aprender cosas. Lo había pasado mal con el primer paciente que se le murió. Al parecer, es este un hecho de lo más traumático en la vida de algunos doctores y precisamente así sucedió en el caso de don Alejandro Montes Galiado, joven apuesto, de buena posición social, alegre y dicharachero que, bajo el ala de papá, nunca le dio por pensar que algo así podría pasar.
Con su rico y, sobretodo, grande corazón, acabó casándose con su primera y única novia. Margarita. Margarita era un par de años más joven que él, profesora de inglés, divertida, generosa y preciosa. Ella se enamoró al mes de conocerlo. Él se enamoró en el instante en que la vio. Hacían una pareja bonita y, como todos decían, parecían complementarse a la perfección. Vivieron siete años de feliz matrimonio más uno de agónico sufrimiento al final. Ocho años en total. Y contando el noviazgo fueron doce. Doce años que acabaron con un trágico desenlace en la fría cama de un hospital, donde Margarita exhaló su último suspiro, dejándole solo en un mundo asqueroso, egoísta y cruel.
Fue en ese momento, unos tres años atrás, en que Alejandro situaba el comienzo de su decadencia. Donde ya no era médico por vocación, sólo lo era por rutina. Había ganado ingentes cantidades de dinero y era ésta la única razón que le hacía seguir trabajando. Esta dedicación por ganar dinero le había hecho ser realmente bueno en su trabajo y, por ello, se había logrado situar entre los mejores doctores de su área. Insatisfecho como estaba, había empezado a consumir opiáceos para no ser tan consciente de cómo su vida se iba a la mierda. Y, sin saber muy bien cómo, acabó siendo médico y camello a tiempo parcial para un tal señor Ferrás. Y, mientras lo hacía, evitaba pensar cuántas de las sobredosis que atendía eran provocadas por él mismo.
Con la muerte de Margarita murió también su capacidad de decisión moral y ya no distinguía el bien del mal. Por eso Ferrás no pensó en ningún otro cuando Silvia acudió a él con su extraña solicitud. Si había alguien capaz de realizar semejante salvajada, sólo podía ser Montes.
El doctor Montes sabía bien esto. Había comenzado a ejercer la medicina con 26 años, tras haberse graduado con un expediente de lo más envidiable y desde aquel 17 de Abril en que había comenzado, no había dejado de aprender cosas. Lo había pasado mal con el primer paciente que se le murió. Al parecer, es este un hecho de lo más traumático en la vida de algunos doctores y precisamente así sucedió en el caso de don Alejandro Montes Galiado, joven apuesto, de buena posición social, alegre y dicharachero que, bajo el ala de papá, nunca le dio por pensar que algo así podría pasar.
Con su rico y, sobretodo, grande corazón, acabó casándose con su primera y única novia. Margarita. Margarita era un par de años más joven que él, profesora de inglés, divertida, generosa y preciosa. Ella se enamoró al mes de conocerlo. Él se enamoró en el instante en que la vio. Hacían una pareja bonita y, como todos decían, parecían complementarse a la perfección. Vivieron siete años de feliz matrimonio más uno de agónico sufrimiento al final. Ocho años en total. Y contando el noviazgo fueron doce. Doce años que acabaron con un trágico desenlace en la fría cama de un hospital, donde Margarita exhaló su último suspiro, dejándole solo en un mundo asqueroso, egoísta y cruel.
Fue en ese momento, unos tres años atrás, en que Alejandro situaba el comienzo de su decadencia. Donde ya no era médico por vocación, sólo lo era por rutina. Había ganado ingentes cantidades de dinero y era ésta la única razón que le hacía seguir trabajando. Esta dedicación por ganar dinero le había hecho ser realmente bueno en su trabajo y, por ello, se había logrado situar entre los mejores doctores de su área. Insatisfecho como estaba, había empezado a consumir opiáceos para no ser tan consciente de cómo su vida se iba a la mierda. Y, sin saber muy bien cómo, acabó siendo médico y camello a tiempo parcial para un tal señor Ferrás. Y, mientras lo hacía, evitaba pensar cuántas de las sobredosis que atendía eran provocadas por él mismo.
Con la muerte de Margarita murió también su capacidad de decisión moral y ya no distinguía el bien del mal. Por eso Ferrás no pensó en ningún otro cuando Silvia acudió a él con su extraña solicitud. Si había alguien capaz de realizar semejante salvajada, sólo podía ser Montes.
17 comentarios:
Un intento muy bueno:) me gusta así el blog! Feliz Navidad :)
Sabes??
Me da mucha rabia que en medio de una peli superway pongan anuncios,o que mi serie favorita termine la temporada dejando la trama abierta,o cuando Ankara deja de escribir sus "intentos" o "capitulinos" cuando más me están prestando...
Ya te lo había dicho,verdad?
Quiero saber que le pasó a Silvia xDD
interesante relato.
graciiiias por tu comment guapa!
Feliices Fiestas!
me encantó :)
un beso, te sigo!
.... Raquel imaginando salvajadas.....
(magnífico ankara... imaginate un gran aplauso. Te lo mando)
hola vengo vagando desde otros blog, aqui llegue y me encanto leerte, fue muy grato!
un brazo! y felicidades
Un relato muy bueno. Lastima que no continúe. Muchas gracias.
Mmmm, me dejo ahi petrificado, esperando mas!!! ¿tendra continuacion?
Feliz navidad!!
Sabes? solo cambiaría el nombre del doctor...demasiadas connotaciones ;)
:*
Oh.
De lo mejor que he leido en este blog, me encantó de verdad. Bonita manera de relatarlo.
Te deseo felices fiestas, pese a lo feo de la Navidad.
Un beso
me encantan tus historias :)
te sigo!
Espero que haya continueción porque me a gustado mucho:)
xx
Todavía no sabemos si será o no una salvajada...
Habrá que descubrir primero que es lo que Silvia quiere borrar de su cabeza.
Esto de las partes es una putada para el lector porque te deja con las ganas de más aunque sé que para el que escribe es dulce como un caramelo.
Espero la tercera parte.
Un abrazo.
Gracias gracias gracias gracias gracias gracias por seguirla.
Me moría de curiosidad por saber cómo seguía la historia, aunque nos hayas clavado la descripción de un personaje ¬¬ pero menuda descripción, oye. Te lo estaré repitiendo cada vez que pase por aquí: escribes de p.m. Sublime, magnánimo, deliciosoo.
Me encanta ^^
Me muero de ganas por saber cómo continúaa.
Un abrazo :)
No, sin duda has hecho bien en seguir la historia con una descripción única, se ha quedado en equilibrio.
Y... no, no conocía a Nacho Vegas hasta hoy xD Acabo de escuchar la canción (no me ha gustado mucho) y no la asocio nada a mi texto, ea. Tienes razón, las asociaciones son inexplicables.
Un beso :)
¿De qué vacaciones me hablas? xD
Estoy currando, levantando este país no como tú ahí tirada todo el día en el sofá xDD
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