detener el tiempo

Mendigaba por las esquinas cualquier pedacito de algo que saciase su hambre y aceptaba limosnas de todo aquel que se dignase a colaborar con su causa perdida, olvidada, abandonada.

Al principio era más fácil. Cuando la soledad había comenzado a ser su compañera aún tenía algo que ofrecer a cambio de sustento; su interior aún bullía con cosas bonitas a las que la gente sacaba partido. Explotaban, estrujaban, exprimían, aprovechaban todo cuanto encontraban hasta dejar sólo pequeños pedacitos como astillas tras un fuego. Tirados. Trocitos de vida.

Se acostumbró al sonido que hacía su interior por la ausencia de alegrías, de ambiciones y de aspiraciones. Se acostumbró al silencio hueco y al hambre voraz en su corazón que engullía ilusión a bocados, esperanza a cucharadas y anhelos a tragos secos, sin hielo. Se habituó a la extraña sensación de su propio ser carcomiéndose a sí mismo.

Cuando todo había comenzado, cuando su corazón sólo lucía las cicatrices de un par de disgustos aún conservaba algo de criterio. Tenía más cabeza y escogía mejor a base de qué saciaba su hambre. Intentaba seguir una dieta baja en penas y rica en serenidad. Y durante un tiempo no le fue mal. Algún alma caritativa fue lo suficientemente generosa como para mantener su existencia durante tanto tiempo que casi olvidó las cicatrices con las que había iniciado el viaje.

Pero ahora. Ahora parecía que un avión hubiese cruzado el atlántico con aquel pequeño amasijo de cicatrices, heridas y perforaciones colgando en el retrovisor. Ahora se conformaba con comida basura cuyo efecto duraba una noche, apenas unas horas. Ahora salía a la calle y no le importaba ofrecerse a un extraño. Ahora usaba su cuerpo como moneda de cambio con tal de que unos brazos, cualesquiera, le diesen calor.

Y así, se le moría de hambre el corazón.

9 comentarios:

galmar dijo...

ojalá encuentre unos brazos con nombre que le den calor y amor sus pasos se orienten hacia la felicidad :)

Carlos dijo...

La comida basura quizá pueda estar bien de vez en cuando... sacia la gula (o la lujuria). Pero a la larga, más vale intentar "comer sano"... que previene el malestar del corazón, en sus múltiples variantes :).

(Precioso texto, Luna... más en la forma, que en el fondo :( ... pero muy bonito, de verdad ;D )

Luna Méndez dijo...

Si hasta tú te pones serio, Carlos, grave debe ser el asunto de la comida basura!

Hay que dejarse de tantas grasas saturadas y transgénicos, que luego pasa lo que pasa!

La chica de humo dijo...

A veces es necesario alimentar el corazón con comida basura..aunque sólo sea para que no se pare y vuelva a salir a flote.
Precioso texto! me ha conmovido :)

Clementine dijo...

¿Como pueden llenarme tanto tus palabras?
Ese hambre en el corazon es lo peor, se encoge el corazón a pequeños bocaditos de tristeza y soledad. Pero, todo, todo, termina pasando.
Un beso

Clementine dijo...

Las fotos son de las fiestas de la Corredoria, que fueron estos ultimos días. Me inspiraron las parejas de viejitos bailando.
No pude ver a Anni B Sweet cuando vino, me quedo pendiente!
La adoro :)

Laura M. dijo...

Y yo no puedo dejar de preguntarme por qué me envidias. No logro comprenderlo, en serio.
Comida basura y amor basura. Es un texto tan lleno de vacío, melancolía y abandono, que tengo aquí a Mar al borde de las lágrimas, con la mirada perdida y con ganas de traspasar esos píxeles malditos y abrazar a tu personaje.
Tiembla, en serio, y yo procuro hacerme la fuerte patéticamente, pero no puedo engañar a nadie porque también estoy sobrecogida.
¿Cómo eres tan Dios?

No aguanto más:
laura13193@hotmail.com

Cuando quieras :)

Sam Tyler dijo...

He disfrutado muchisimo de la narracion. Hace tiempo que no recuerdo haber leido aqui un texto tan brillante...

Muchisimas gracias!

Yopopolin dijo...

Eres la más mejor, Luna!!! El tercer párrafo, ¿porqué es tan bueno? ¿como lo has hecho? ;)

Leyendo luego los comentarios, tengo que expresar mi desacuerdo con un tema. Los transgénicos!!! xD
Porque tanto odio irracional hacia ellos? Yo soy pro-transgénicos, aunque no los consumo habitualmente, pero son una alternativa genialisima en algunos casos. Hay un miedo infundado a su uso en humanos, y nadie se da cuenta que son IGUAL que los productos naturales, simplemente con una modificación genética, que nunca va a causar daño en el consumidor. El único problema que pueden tener, es que desplacen a otras especies naturales, o que compitan con las autóctonas... pero eso, bien controlado, no tiene porqué ser un problema...

ale, ya lo he soltao... jejeje
tengo que tratar este tema en mi blog... xD

un besoooo!