Apenas puedo ver nada y empiezo a sentirme mareado. Mucho.
Nadie parece darse cuenta. Dos niños juegan a la pelota tan cerca de mí… y pienso que si ahora mismo, por alguna horrible desgracia, algo me pasara, nadie se enteraría. Me quedaría aquí, sólo, esperando a que alguien se diese cuenta, consumiéndose este puro entre mis dedos o, peor aún, entre mis labios.
El aire empieza a estar demasiado viciado, incluso para mi gusto. Seguramente una bocanada de aire fresco y puro (tan puro como puede serlo el aire de la ciudad) se llevaría consigo cualquier rastro de este estúpido e incómodo mareo. Pero no quiero abrir la puerta. Siento que si lo hago mi pequeño mundo se deshará en pedazos, la historia de mi vida se verá reducida a polvo derramado sobre la carretera, añicos minúsculos imposibles de volver a unir.
Y no es que me haya pasado nada extraordinariamente grave. Seguramente si abriese la puerta del coche nadie notaría nada; el mundo seguiría su curso, esa señora de ahí en frente seguiría paseando a ese perrito enano y ridículo y la vecina del cuarto seguiría regando las plantas sin inmutarse ni un ápice.
Nada extraordinariamente grave, no. Vamos, que no ha pasado nada de nada. Que aquí sigue todo igual, el crío sigue llegando a casa a las 5 cada tarde y Estela sigue recibiéndome con un beso y un abrazo. El jefe sigue gastando los mismos chistes malos y se sigue comportando…bueno, como un jefe. Sigo saliendo a tomar un café a media mañana y leyendo el periódico después de comer.
Supongo que la sociedad del bienestar no es tan positiva si, con todo mi entorno perfectamente ordenado, estoy encerrado en mi coche con pánico a abandonar un cubículo metálico. Supongo que algo parecido a esto experimenta la gente que tiene cosas como ansiedad; miedo a algo que no existe. Miedo a la idea de lo que pueda pasar. Miedo al cambio. Yo qué sé. Miedo a salir de un puto coche. A arrancar el motor.
Porque, tal vez, si me quedo quieto, quieto, quieto, nada en mi vida cambie y pueda mantenerlo todo así; estático, perfecto. Como hasta ahora.
A lo mejor si no muevo ni las pestañas consigo que la felicidad me dure un poco más.
Nadie parece darse cuenta. Dos niños juegan a la pelota tan cerca de mí… y pienso que si ahora mismo, por alguna horrible desgracia, algo me pasara, nadie se enteraría. Me quedaría aquí, sólo, esperando a que alguien se diese cuenta, consumiéndose este puro entre mis dedos o, peor aún, entre mis labios.
El aire empieza a estar demasiado viciado, incluso para mi gusto. Seguramente una bocanada de aire fresco y puro (tan puro como puede serlo el aire de la ciudad) se llevaría consigo cualquier rastro de este estúpido e incómodo mareo. Pero no quiero abrir la puerta. Siento que si lo hago mi pequeño mundo se deshará en pedazos, la historia de mi vida se verá reducida a polvo derramado sobre la carretera, añicos minúsculos imposibles de volver a unir.
Y no es que me haya pasado nada extraordinariamente grave. Seguramente si abriese la puerta del coche nadie notaría nada; el mundo seguiría su curso, esa señora de ahí en frente seguiría paseando a ese perrito enano y ridículo y la vecina del cuarto seguiría regando las plantas sin inmutarse ni un ápice.
Nada extraordinariamente grave, no. Vamos, que no ha pasado nada de nada. Que aquí sigue todo igual, el crío sigue llegando a casa a las 5 cada tarde y Estela sigue recibiéndome con un beso y un abrazo. El jefe sigue gastando los mismos chistes malos y se sigue comportando…bueno, como un jefe. Sigo saliendo a tomar un café a media mañana y leyendo el periódico después de comer.
Supongo que la sociedad del bienestar no es tan positiva si, con todo mi entorno perfectamente ordenado, estoy encerrado en mi coche con pánico a abandonar un cubículo metálico. Supongo que algo parecido a esto experimenta la gente que tiene cosas como ansiedad; miedo a algo que no existe. Miedo a la idea de lo que pueda pasar. Miedo al cambio. Yo qué sé. Miedo a salir de un puto coche. A arrancar el motor.
Porque, tal vez, si me quedo quieto, quieto, quieto, nada en mi vida cambie y pueda mantenerlo todo así; estático, perfecto. Como hasta ahora.
A lo mejor si no muevo ni las pestañas consigo que la felicidad me dure un poco más.
7 comentarios:
Como en la canción de Quique González: "A veces se me olvida que sólo soy espectador"...
Supongo que es más fácil quedarse parado, porque lo conocido, siempre conlleva un estado de comodidad. Probar cosas nuevas o aventurarse a hacerlas implica que no sabes como saldrán y los seres humanos siempre tendemos a ponernos en lo peor...
Supongo que es ley de vida. Aunque yo me estoy esforzando últimamente por salir mucho del coche. Fuera tampoco se está tan mal :-)
Un abrazo enana.
Quizá se haya aburrido de que todo esté perfecto y ordenado, de la rutina y lo que necesite sea, precisamente, arrancar el motor y huir un poco. Aunque luego vuelva a casa y todo siga igual.
Me cuesta interpretar el texto de hoy, morena! ;-P
Solo diré que me siento identificado con la sensación. Me refiero a tener miedo a que la felicidad se acabe. Eso de... no puede ser todo tan perfecto, espero que no se joda este mometo, etc, etc...
De todos modos, excepcional modo de retratar al señor, al puto coche, a la vecina del cuarto, a la del perro ridículo (cuanto los odio...) y en definitiva, la vida!!
;-)
Estoy de acuerdo con Yopopolin cuando dice que se siente identificado con esa sensación. Yo he sentido (o siento) ese miedo.
De todas formas, no creo que la felicidad de nadie, esté dentro de un coche, :)
"Más vale malo conocido que bueno por conocer..."
Pero yo jamás he sido partidario de este refrán, asi que abre la puerta del coche, respira el aire puro que parece necesitar y vive, cambia y evoluciona... La felicidad siempre se irá moviendo contigo ;-)
Qué grande Lunita ! Mola ;-)
Gracias preciosa, de verdad. Lo escribi con sentimiento eso sí.
Tus palabras siempre geniales :)
Seguro que algun dia nos encontramos, que oviedo es pequeñito y la gente pasea por las mismas calles.
Un beso grandote
;-)
Espero que sonrías más a menudo. Sobretodo cuando estés lejos en Germany y recuerdes todas esas noches de canciones y borracheras de letras.
Un abrazooo.
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