actos inexplicables

El regusto a nicotina me sorprendió palpitando en la oscuridad de mi garganta con tal nitidez que fue como si hubiese inhalado tu aliento en aquel preciso instante. Como si, inconscientemente, hubiese vuelto a saborear el contacto de tus labios al roce con los míos.

Curiosamente, te habías escapado a un rincón en mi memoria y ya apenas pensaba en ti. En nosotros. Y, la verdad es que hacía meses que el gas de nuestros recuerdos había perdido la fuerza y ya no peleaba por subir arañando mis entrañas.

Y, a pesar de todo, daba la maldita casualidad de que siempre que se me escapaba el malestar por los poros de la piel, siempre y sin excepción, lo hacía envuelto en tu recuerdo.

Como entonces, con el sabor en la boca de aquella maldita droga con regusto a ti.

Como el aroma que se quedó entre las sábanas cuando dejaste de abrazarlas.

Y ya sé que no todo es blanco y negro en esta vida. Que ni yo era perfecta ni tú un imbécil sin solución. Los dos fallamos, los dos la cagamos, sin nunca esforzarnos en disimularlo. Sin perder los anillos en el camino. Sin derramar una lágrima.

Los dos juntos caímos en un vaivén de reproches y condenas que nunca supimos manejar pero que muy pronto empezaron a sonar por encima de nuestros besos. Llenándolo todo con sus sonoras campanadas, que no hacían más que recordarnos que a nosotros. A ti y a mí, amarnos se nos da de pena. De puta pena.

La ilusión con la que empezamos se suicidó por el camino, asistiendo nosotros inertes al funeral más aciago de la historia. De nuestra historia.

Acomodándonos en esa red de desesperación y desasosiego en que se convirtieron cada uno de nuestros días, aprendimos a vivir el uno sin el otro. Aprendimos que el amor, por bonito que sea, no siempre sale bien. A veces sale peor.

Y sin buscarlo.

Sin pretenderlo.

A mi almohada se le está olvidando cómo oler a ti.

2 comentarios:

Óscar Sejas dijo...

Reconocer que el fallo no es de uno solo es a veces lo más díficil. Solemos tener un concepto egoísta de lo que es el amor y tendemos a culpar a la otra parte de todos los problemas.

A veces las cosas se rompen sin saber muy bien porqué y cuando haces memoria todo parecía casi perfecto si no fuera por la falta de ganas de ambas partes...

Quizás solo sea atracción física. Deseo. Paz compartida durante un rato. A veces vuelven los recuerdos en las cosas más nimias y nos sorprende pensar que hacía mucho que no volvíamos a las andadas...

Otra vez he de quitarme el sombrero. Una vez más consiguió moverme algo por dentro. Tocar los hilos. Hacerme gritar, llorar y reír. En definitiva, sensibilizarme y hacerme empatizar con las letras.

Un abrazo grande.

Yopopolin dijo...

Ay, con lecturas como estas me devuelves el gas necesario para alimentar el motor de mi escritor interior... amo tus letritass!! :)

feliz 2012!