Abrió furiosa el cajón y sacó una carpeta de su interior. La abrió, rompiendo en el camino de sus manos una de las esquinas. De su interior empezaron a salir hojas, hojas escritas a mano, hojas impresas. Hojas que hablaban. Hablaban, susurraban, gritaban, compartían.
Pasó las páginas entre sus manos. Algunas lucían una escritura clara, decidida, sin tachones que dejaran ver el más mínimo atisbo de duda. Otras en cambio se llenaban de manchas negras, círculos concéntricos, abismos negros en los que la vista se perdía.
Pasó las páginas entre sus manos. Algunas lucían una escritura clara, decidida, sin tachones que dejaran ver el más mínimo atisbo de duda. Otras en cambio se llenaban de manchas negras, círculos concéntricos, abismos negros en los que la vista se perdía.
Había hojas en las que solo pudo encontrar tres versos, como los primeros que leyó. Otras en cambio, eran pedacitos de historias. Pero había otras, las que más daño le hicieron, que penetraron hasta lo más profundo de su ser y le hicieron heridas tan sangrantes que habrían creado un charco rojo a su alrededor.
Si sólo hubiesen sido heridas físicas...
4 comentarios:
Así, empezando bien el mes :)
Pero ay, nos dejas con ganas de más... mucho mas!
Las palabras pueden llegar a tener un gran alcance si no están vacías de valor, y es entonces cuando pueden llegar a emocionar o a hacer mucho daño. Muchas veces olvidamos como nuestras palabras pueden llegar a afectar al resto de la gente.
Ten cuidado con lo que creas, del verbo crear, porque puede devorarte.
Esas hojas llenas de tachones y círculos concéntricos seguro que se parecen mucho a tus apuntes de Servicios Sociales...!!
Lo mejor va a ser tirarlas a la basura para que se pierdan en el olvido...
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